Título: No es necesario el mito
Autora: Lea Nieves Torres
País: Colombia
Fecha: 25-08-2021
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"Una mujer me ha envenenado
el alma,
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo de ninguna de las dos me quejo".
(G. A. Bécquer)
¿Quién dijo que la muerte
y el dolor distinguían
entre niñez,
juventud o vejez
para dejar
su doloroso rastro?
Ocho huérfanos de padre,
una madre joven queda sola
sola y tan triste añorando
al pintor de costumbres
del entorno que le rodea:
no había cine ni televisión
ni teléfono y menos internet, redes sociales ni tecnológía
para matar el tiempo
y alimentar el ocio que hoy
carcome y devora humanos.
Un apellido sonoro de raíz
alemana del pintor don
José Dominguez Becker
debe sonar al diapasón
hispánico en un Bécquer
afrancesado que ablande
el alma y el frío corazón
y así evitar la discriminación.
Gustavo Adolfo Claudio
Domínguez y Bastida
y la cadena que apellida
del fantástico estadio
de la cambiante vida.
Otro cruel golpe de la muerte
separa de la madre y los niños
quedan a merced, cariño
y cuidados de los familiares
que tratan de llenar el vacío
de la ausencia de los padres.
Gustavo Adolfo: once años, llora inconsolable,
la muerte de su madre,
pinta, pasa revista y escribe
en el libro de cuentas
del pintor costumbrista.
Me pregunto: si hubieras
sido un náutico, soñabas
serlo en la edad primera
pelearías con el oleaje mar
y sus tormentas, viajarías
a otros continentes, islas
y en cada puerto un amor
dejarías con algo de dolor.
¿habrías escrito por destino
acaso tus soñadas poesías?
Un colegio, el tuyo cierra
y una sabia hada madrina,
Manuela Monahay amorosa
cultiva en tu alma la rosa
del saber bien escudado
en el sereno y sabio nicho
del misterioso libro que reposa
inqueta alma aédica de nauta.
Quién dijo que tú eras un vate
solitario, un poeta triste;
que eras un bohemio, sin trabajo,
sin horarios, sin norte y despistado?
Ya aparecen las huellas
de tus pasos,
las huellas borradas
por deshumanizados
amantes de los mitos,
expertos en la Imagen
como los que hoy abundan
y que borrando huellas
esconden la evidencia.
Hoy sabemos, Gustavo
Adolfo Claudio
sobre la gravedad de tus amores, sabemos
del desprecio de Julia,
de la traición de Casta;
de tus tres hijos(?dos¿)
y sabemos también Gustavo Adolfo,
sobre la gravedad de tu bolsillo,
sobre la gravedad de tu salud;
sabemos de Gonzalez Bravo
de su poder,de sus funestas prácticas camaleónicas;
sabemos, aunque duela
sobre tu encierro voluntario
Veruela: donde escribiste "Cartas desde mi celda"
sabemos que escogiste el Becker más sonoro
que el Domínguez, que el Vargas
y otros pocos sonoros apellidos;
sabemos que perdiste Las Rimas que sacaron
del infierno
a millones de mujeres oprimidas
por los fuertes regímenes machistas,
que las recuperaste gracias a tu memoria prodigiosa
y a las publicaciones
en Revistas y Periódicos
en los que trabajaste
y que ordenaste a un tal
Ferrán, del que poco se sabe ni sus males
condenar a la Píra tus cartas personales
para evitar tu desprestigio
y no dejar ningún vestigio
de tus males
y sabemos que moriste
muy joven
_dicen los limpiafosas
que moriste de la enfermedad que morían los románticos- vaya uno a saber qué enfermedad sería
_yo me inclino a suponer
que fue de Poesía...
y me pregunto: serán buenos amigos
los que cercenan versos para poner humanos
en santos pedestales para rendirles culto
en los sucios altares de los mitos profanos?
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