miércoles, 6 de abril de 2016

Un Poema de Jean Aristiguieta: SAETA DE LLANTO POR ALFONSINA

Un poema de Jean Aristiguieta
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SAETA DE LLANTO POR ALFONSINA
Por Jean Aristiguieta
        “Mi cuerpo quería echar raíces,
          Raíces verdes en la carne del mar.”
                                                     Alfonsina Storni

I
Brumoso corazón, nácar errante, vengo hasta ti, dormida siempreviva, Alfonsina,
Clamante visionaria, azul de espuma, acanto enloquecido, vengo a tu corazón,
A tu desvelo, oh flama de nostalgia, mujer-sueño.

Te conozco en la fábula del canto, en la ilusoria orilla del poema,
Te conozco fulgencia de secreto, ala ciega, recóndita nobleza,
Te conozco en tu ausencia, ya dulzura, ya ramo de laurel aprisionado.

Porque resistes el terror del viento cuando la muerte suelta sus relámpagos,
Porque dulce en la tierra te conmueve el pálido silencio de la nada,
Esa bella-indecible poesía que guardan los espectros, las leyendas.

Oh Alfonsina, poeta incontenible, solitaria proeza de la sangre.
Nube, hechizo, delirio sin fronteras. Oh Alfonsina, sibila enternecida,
Arcilla de nobleza ensimismada

II
Fuiste al mar de donde todo viene. Fuiste como bandera de albedrío,
Como rosa de llanto, rosa herida, a la mar de visiones tormentosas.
Y buscaste ell ciego talismán, la pasión que se oculta y se vislumbra
Por encima del cuerpo y su lamento.

Oh griega del amor, Jacinto ileso. Oh helénica belleza del asombro.
Oh tu costado ausente de la sombra, mujer de aromas, mujer sin murallas.
Oh Afonsina, cual ninfa, cual sirena, Alfonsina de verdes, de topacios,
Griega junto a la púrpura marina, oh tú, cuerpo triunfante y perseguido.

III
En ti yo exalto el friso del delirio. La mudez deslumbrada por el canto.
En ti yo exalto emblemas turbulentos, hojas de música, lumbre de sueños,
Oh ceñidora pura, triste amiga, oh floral devoción en que te miro
Y te entrego este dardo que me azota al borde de tu propia poesía.

En ti percibo mansa primavera, paisaje del silencio y su pureza.
Alfonsina, qué ausencia de tinieblas corre por los latidos de tus venas.
Tus venas, sí, cristales de otros mundos, leves confines, límpidas mareas.
Tus venas como imágenes sin tiempo, tus afluencias en venas convertidas,
Venas de arcanos, solitarios lindes, oh tú, mujer de vinos tornasoles,
Mujer del corazón pagano y lento, pálida fábula, victoriosa lumbre.

IV
Cuando la noche rompe sus clarines en mitad de su seno turbador,
La voz de tus canciones, hondamente, arroja sus destellos y sus fuegos.
Y cuando el día en fuga, en sentimiento, entrega sus trofeos, sus derrotas,
La voz de tus canciones es llamado, es caracol de mar, grito sediento.

Oh jamás olvidarte, mensajera, jardín de áureos perfiles, Alfonsina.
Tu verso no se olvida, no se pierde, pasa por los caminos, es gemido,
Es látigo, es protesta, es mansedumbre. Tu verso queda fiel entre los fieles,
Tu verso de serena arquitectura, de caótica luz, de fantasía.

V
Alfonsina_pequeña_grande espuma, caudalosa visión, testigo y niebla,
Quédate por la orilla destas letras, conque te invoco dueña seductora
De tréboles y juncos y diamelas. Quédate solamente para que oigas
El sentimiento sencillo, el fuego honrado, con que te nombro, dalia de las olas,
Vergel de la dulzura inmaterial, pradera rumorosa por alianza.

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