Un poema de Jean Aristiguieta
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SAETA DE LLANTO POR ALFONSINA
Por Jean Aristiguieta
“Mi cuerpo
quería echar raíces,
Raíces
verdes en la carne del mar.”
Alfonsina Storni
I
Brumoso corazón, nácar errante, vengo hasta ti, dormida siempreviva,
Alfonsina,
Clamante visionaria, azul de espuma, acanto enloquecido, vengo
a tu corazón,
A tu desvelo, oh flama de nostalgia, mujer-sueño.
Te conozco en la fábula del canto, en la ilusoria orilla del
poema,
Te conozco fulgencia de secreto, ala ciega, recóndita
nobleza,
Te conozco en tu ausencia, ya dulzura, ya ramo de laurel
aprisionado.
Porque resistes el terror del viento cuando la muerte suelta
sus relámpagos,
Porque dulce en la tierra te conmueve el pálido silencio de
la nada,
Esa bella-indecible poesía que guardan los espectros, las
leyendas.
Oh Alfonsina, poeta incontenible, solitaria proeza de la
sangre.
Nube, hechizo, delirio sin fronteras. Oh Alfonsina, sibila
enternecida,
Arcilla de nobleza ensimismada
II
Fuiste al mar de donde todo viene. Fuiste como bandera de
albedrío,
Como rosa de llanto, rosa herida, a la mar de visiones
tormentosas.
Y buscaste ell ciego talismán, la pasión que se oculta y se
vislumbra
Por encima del cuerpo y su lamento.
Oh griega del amor, Jacinto ileso. Oh helénica belleza del
asombro.
Oh tu costado ausente de la sombra, mujer de aromas, mujer
sin murallas.
Oh Afonsina, cual ninfa, cual sirena, Alfonsina de verdes,
de topacios,
Griega junto a la púrpura marina, oh tú, cuerpo triunfante y
perseguido.
III
En ti yo exalto el friso del delirio. La mudez deslumbrada
por el canto.
En ti yo exalto emblemas turbulentos, hojas de música,
lumbre de sueños,
Oh ceñidora pura, triste amiga, oh floral devoción en que te
miro
Y te entrego este dardo que me azota al borde de tu propia
poesía.
En ti percibo mansa primavera, paisaje del silencio y su
pureza.
Alfonsina, qué ausencia de tinieblas corre por los latidos
de tus venas.
Tus venas, sí, cristales de otros mundos, leves confines,
límpidas mareas.
Tus venas como imágenes sin tiempo, tus afluencias en venas
convertidas,
Venas de arcanos, solitarios lindes, oh tú, mujer de vinos
tornasoles,
Mujer del corazón pagano y lento, pálida fábula, victoriosa
lumbre.
IV
Cuando la noche rompe sus clarines en mitad de su seno
turbador,
La voz de tus canciones, hondamente, arroja sus destellos y
sus fuegos.
Y cuando el día en fuga, en sentimiento, entrega sus
trofeos, sus derrotas,
La voz de tus canciones es llamado, es caracol de mar, grito
sediento.
Oh jamás olvidarte, mensajera, jardín de áureos perfiles,
Alfonsina.
Tu verso no se olvida, no se pierde, pasa por los caminos,
es gemido,
Es látigo, es protesta, es mansedumbre. Tu verso queda fiel
entre los fieles,
Tu verso de serena arquitectura, de caótica luz, de
fantasía.
V
Alfonsina_pequeña_grande espuma, caudalosa visión, testigo y
niebla,
Quédate por la orilla destas letras, conque te invoco dueña
seductora
De tréboles y juncos y diamelas. Quédate solamente para que
oigas
El sentimiento sencillo, el fuego honrado, con que te
nombro, dalia de las olas,
Vergel de la dulzura inmaterial, pradera rumorosa por alianza.
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