Nadie entiende la absurda paradoja
De aquellos
dominados por el vicio
De aquellos que
sentados en el pasajero quicio
De la vida,
semejan decaer como la hoja
Que en el
atardecer pierde el armiño
De su limbo y su
envés con los rigores
Del caliente
verano y los cálidos fulgores
Del tiempo que se
escapa como un guiño
Nadie entiende
del hombre la ceguera
Voluntaria que
lleva hacia la sima
Abismal en
fantástica carrera
¿Qué evasión
sublimada el pecho anima
Para bajar veloz
por la escalera
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