viernes, 19 de abril de 2013

ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO


Gabriel García Máquez
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Entonces le dice su madre:

-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:

-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.

martes, 9 de abril de 2013

LOS MEJORES POEMAS








Edgar Allan Poe

(Traducción de J. Pérez Bonalde)


Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
“¡Es —me dije— una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!”.



¡Ah! bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuán ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerte de Leonora;
la radiante, la sin par
virgen pura a quien Leonora los querubes llaman, hora
ya sin nombre... ¡nunca más!



Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante
procurando dominar,
“¡Es, sin duda, un visitante —repetía con instancia—
que a mi alcoba quiere entrar:
un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,
eso es todo, y nada más!”.



Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
“Caballero —dije— o dama: mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
me vinisteis a llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia
os pusisteis a tocar,
que no oí” —dije— y las puertas abrí al punto de mi estancia;
¡sombras sólo y... nada más!



Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
quedé allí —cual antes nadie los soñó— forjando sueños;
mas profundo era el silencio, y la calma no acusaba
ruido alguno... resonar
sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
yo me puse a murmurar,
y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora..!
Esto apenas, ¡nada más!



A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
“De seguro —dije— es algo que se posa en mi persiana;
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio,
y el enigma averiguar;
¡Corazón! Calma un instante, y aclaremos el misterio..:
es el viento, y nada más!”.



La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Palas la figura representa
fue y posóse, y ¡nada más!



Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: “Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
viejo, infausto cuervo oscuro, vagabundo en la tiniebla...
Dime: ¿cuál tu nombre, cuál,
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla..?”.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”.



Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,
con tal nombre: “Nunca más”.



Mas el cuervo, fijo, inmóvil, en la grave efigie aquella,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
se le oía pronunciar...
Dije entonces al momento: “Ya otros antes se han marchado,
y la aurora al despuntar,
él también se irá volando cual mis sueños han volado”.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”.



Por respuesta tan abrupta como justa sorprendido,
“no hay ya duda alguna —dije—, lo que dice es aprendido;
aprendido de algún amo desdichado a quien la suerte
persiguiera sin cesar,
persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,
sus canciones terminar
y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo
de: ¡Jamás, y nunca más!”.



Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
dime entonces a juntar,
por saber qué pretendía aquel pájaro ominoso
de un pasado inmemorial,
aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso
al graznar: “¡Nunca jamás!”.



Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.
Esto y más —sobre cojines reclinado— con anhelo
me empeñaba en descifrar,
sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella
luminosa mi fanal,
terciopelo cuya púrpura ¡ay! jamás volverá ella
a oprimir, ¡ah, nunca más!



Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
que un querube columpiase de mi alcoba en el santuario,
perfumado. “Miserable ser —me dije—, Dios te ha oído,
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
te ha venido hoy a brindar:
bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora”.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”.



“¡Oh, profeta —dije— o duende!, mas profeta al fin, ya seas
ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
por los ábregos barrido a esta playa, desolado
pero intrépido, a este hogar
por los males devastado, dime, dime, te lo imploro:
¿Llegaré jamás a hallar
algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?”.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”.



“¡Oh, Profeta –dije— o diablo! Por ese ancho, combo velo
de zafir que nos cobija, por el mismo Dios del cielo
a quien ambos adoramos, dile a esta alma adolorida,
presa infausta del pesar,
si jamás en otra vida la doncella arrobadora
a mi seno he de estrechar,
la alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora!”.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”.



“Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida
—grité alzándome—, retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
la plutónica ribera de la noche y de la bruma..!
¡De tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja..!”.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”.



¡Y aún el cuervo inmóvil, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura...,
y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;
y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo arroja trunca
su ancha sombra funeral;
y mi alma de esa sombra que en el suelo flota... nunca
se alzará..., nunca jamás!



THE RAVEN

Once upon a midnight dreary, while I pondered weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
`'Tis some visitor,' I muttered, `tapping at my chamber door -
Only this, and nothing more.'

Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; - vainly I had sought to borrow
From my books surcease of sorrow - sorrow for the lost Lenore -
For the rare and radiant maiden whom the angels named Lenore -
Nameless here for evermore.

And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me - filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
`'Tis some visitor entreating entrance at my chamber door -
Some late visitor entreating entrance at my chamber door; -
This it is, and nothing more,'

Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
`Sir,' said I, `or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you' - here I opened wide the door; -
Darkness there, and nothing more.

Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the darkness gave no token,
And the only word there spoken was the whispered word, `Lenore!'
This I whispered, and an echo murmured back the word, `Lenore!'
Merely this and nothing more.

Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
`Surely,' said I, `surely that is something at my window lattice;
Let me see then, what thereat is, and this mystery explore -
Let my heart be still a moment and this mystery explore; -
'Tis the wind and nothing more!'

Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore.
Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door -
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door -
Perched, and sat, and nothing more.

Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
`Though thy crest be shorn and shaven, thou,' I said, `art sure no craven.
Ghastly grim and ancient raven wandering from the nightly shore -
Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning - little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being
Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door -
Bird or beast above the sculptured bust above his chamber door,
With such name as `Nevermore.'

But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only,
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he uttered - not a feather then he fluttered -
Till I scarcely more than muttered `Other friends have flown before -
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before.'
Then the bird said, `Nevermore.'

Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
`Doubtless,' said I, `what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful disaster
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore -
Till the dirges of his hope that melancholy burden bore
Of "Never-nevermore."'

But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird and bust and door;
Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore -
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
Meant in croaking `Nevermore.'

This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining that the lamp-light gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamp-light gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!

Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor.
`Wretch,' I cried, `thy God hath lent thee - by these angels he has sent thee
Respite - respite and nepenthe from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this kind nepenthe, and forget this lost Lenore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil! -
Whether tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted -
On this home by horror haunted - tell me truly, I implore -
Is there - is there balm in Gilead? - tell me - tell me, I implore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us - by that God we both adore -
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels named Lenore -
Clasp a rare and radiant maiden, whom the angels named Lenore?'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Be that word our sign of parting, bird or fiend!' I shrieked upstarting -
`Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamp-light o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted - nevermore!
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sábado, 23 de marzo de 2013

OTROS AUTORES

EL AGUA

Este poema participó en un Concurso Mundial del Agua y obtuvo el primer puesto; como premio fue leído en el IV Festival Mundial del Agua, el día 12 de noviembre de 2006 en el Parque Metropolitano de Santiago de Chile. Fue leído por el poeta y  Cónsul de Poetas del Mundo, Genaro Albaíno.

El agua tiene el dulce sabor a su palabra,
baja por la garganta con raudales de vida,
la usó el Dios Supremo para amasar el barro
y la usó Jesucristo  destilando su vino.

Siempre va presurosa por las venas del mundo,
regando con su elixir el alma de natura,
en vendaval de besos, de perlas o de lágrimas
refresca los desiertos, las pampas y las dunas.

El sistema nervioso del Universo entero
lo conforma un tejido de arroyuelos y ríos
que van bañando el globo en éxtasis glorioso,
para elevarse al cielo en ráfagas de olvido.

El agua es justiciera, se supo en el diluvio,
el agua no permite que irrespeten sus bosques,
porque, entonces se agita con fuerza desmedida
y con gran furia estruja la estupidez del hombre.

El agua es precavida con su accionar perenne,
formando dos caminos que aseguren su vida,
el uno va solemne por los lagos y mares,
el otro va hacia el cielo fugaz y peregrino.

Naturaleza y agua, simbiosis sempiterna,
conforman un deliquio de omnipotencia suma,
una humilde cisterna puede salvar un mundo
y una copa de agua llevarnos al delirio.

Sin el agua no hay vida, pero vida sin agua
es cual huerto dorado sin oro y sin espigas,
como fragua sin fuego, sin yunque y sin martillos,
donde se forjan sueños alados de fatiga.

El agua por ser dulce, por ser noble y honrada
no siempre simboliza la paz de los altares,
ha propiciado guerras entre los poderosos
y muertos ha dejado, regados como enjambres.

El agua simboliza la verdad y la vida,
en el Jordán supimos que Juan la bendecía
sobre la Sacra Testa de Jesús Nazareno,
y Moisés en el Nilo sus aguas recorría.

El agua es luz y es alma, es fuerza incontenible,
la hidráulica le ha dado al mundo su bonanza,
ha aligerado esfuerzos, convirtiéndose en músculo
y ha alumbrado caminos en pos de una esperanza.

Pero si hoy no empezamos a conservar el agua,
mañana será tarde, y el llanto en las pupilas
como ríos en sangre de arena retostada,
correrá por el mundo tras ráfagas de ira.


Gobernantes del mundo, escuchad esta queja:
Este globo terráqueo de sed estará muerto
como una tierra yerma de piedras  y cascajos
cuando le falte el agua a los  pozos profundos.

El futuro no existe, porque hoy ya está presente,
la sed no es amenaza, es ansiedad y angustia,
Méjico en su grandeza de sed ya está muriendo
y sus paisajes lloran la sequía en el alba.



SILVIO VÁSQUEZ GUZMÁN

martes, 19 de marzo de 2013

DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA












 RIO DE VERSOS

Desde aquí de este punto
Del sur en el planeta
Escribiré mis versos
Mientras viva la vida

Palabra por palabra
 Surge el río de versos
Tomados de la mano
construyendo universos....






 SUEÑO DE AGUA DULCE






Un pez de agua dulce,
Se encuentra preso
En un acuario de exhibición
Y Sueña con su río...
      .......


RADIACIÓN
 




Una mariposa
Que nace sin alas
Es una mariposa 
Nuclear...

      .....

SAETA BLANCA



Bandada de cigueñas,
Como saetas blancas,
Cruzan raudas el cielo,
Con la melancolía
De su lago perdido...

Una lágrima cae,
Como saeta blanca,
Desde cada cigueña
Que cruza rauda el cielo...
          .....


        .....
ARQUÍMEDES

 




Es difícil saber
En qué pensaba Arquímedes
Cuando un soldado raso
De las conquistadoras
Falanges asesinas
Cegó su pensamiento




sábado, 9 de marzo de 2013

HABITANTES DE LA CALLE









 






Son aquellos que carecen de un techo, de un cobijo,
Que carecen de rostro y carecen de huellas digitales
En los pies y en las manos y hasta su ADN
Se diluye con la lluvia que cae en el invierno.
Las ropas ya raídas por el uso continuo se dibujan
Sobre sus pieles de intemperies y olvidos detenidos
Delante de las brillantes vitrinas de las grandes
Cadenas de almacenes en que se miran  sin reconocerse:
Fisgonean en las ventas ambulantes de comida chatarra
La boca se hace agua al mirar las frituras humeantes
En los Palacios del Colesterol. E l aire se hace agua
Con el olor del pan recién horneado o el delicioso aroma
De un café colombiano, o el olor del pastel de cumpleaños
Entran, si son varones, a cualquier bar de mala muerte
A usar los orinales nauseabundos o en su defecto
Orinan sobre los postes de cualquier esquina.
Si son mujeres, hacen cola discreta en los baños públicos,
Donde lavan la cara de sus hijos, los peinan y acarician
Con ternura, para luego volver al nicho de la calle violenta.







Mi Otro Blog: VENTANA POÉTICA2012. http://phoospoet.blogspot.com