A
veces, muy a veces, sola a veces,
Pienso
en los abortivos, pienso
Cómo
a los abortivos, no les está
Permitido
existir, oír sus voces...
A
veces, muy a veces, pienso
Como
a los abortivos, a quienes
No
se les está permitido existir,
Pero
a pesar de todos los pronósticos,
Existen,
son, caminan, y sus rostros
Persiguen
por doquiera, sin tregua
A
sus victimarios. Sus voces
Se
elevan a cada paso, en cada esquina
En
el rostro de un niño de la calle,
O
en el rostro de un niño bien nacido
En
palacio o cuna de oro. Su voz
Se
escucha en el tierno alarido
De
un cachorro, en el trinar de un ave
En
las tiernas canciones de cuna de los pobres
En
las arrugas de un nonagenario,
En
los inventos de Leonardo Da Vinci,
En
los cálculos físicos de Einstein
En
los Cien Años de Soledad de Gabo
En
la tersura de un pétalo de rosa,
En
el etéreo olor de los jazmines
En
tu respiración y en mi respiración
Y
en los latidos de cada corazón…